El dentista

Los dentistas siempre me han causado un pavor tremendo. Le tengo pánico al dentista. Tengo que ir mañana a mi cita para una limpieza. Espero que se quede en eso porque tengo una gingivitis gorda. Espero que no tengan que hacerme algo más intenso como un raspado o curetaje. Las encías me sangran y tengo mucho sarro acumulado. De una manera u otra, me espera un mal rato, que aunque no duela o casi no duela, siempre es molesto cuando te están hurgando durante una hora. El otro día lo hablaba con mi querido amigo José Luis Vías: la poca cultura de higiene bucal que nos inculcaron de niño. Quizá si hubiéramos tenido una mentalidad más acusada en cuanto a acostumbrarnos a lavarnos los dientes diariamente, otro gallo nos cantaría. Pero, nos criamos en una época o en una familia, en los años ochenta, donde por desgracia, nuestros padres no nos educaron en la importancia de tener una boca sana. Y no culpo a mis padres, porque era una carencia derivada de una vida llena de sinsabores y  necesidad donde la principal misión era trabajar para traer un plato de comida a casa y que no faltara de nada en casa. Comida, ropa, estudios, normas, reglas, valores, ética y todo lo que es una educación en valores tradicionales pero falta de una más desarrollada con el tiempo, unas preocupaciones por la imagen personal que se ha ido adentrando en la sociedad y su mentalidad con el paso de las años y la gente ha ido tomando conciencia de ello, como es la higiene bucal, salud del cabello, de la vista, de los pies, las manos, etc. No es culpa de ellos ni jamás podría achacarles esta carencia. Y son cosas que uno ha tenido que darse cuenta con el tiempo, así como otras cosas, como la salud física y mental, etc. A base de experiencia y darse cuenta de la importancia de ciertos hábitos, así como la sociedad ha ido imponiendo estas prácticas necesarias y poco atendidas hace cuarenta años, como hemos llegado a mejorar y dar la importancia que debe dársele. Pues mañana pasaremos por una nueva sesión de terapia higiénica dental causada por la falta de mentalidad histórica pero con el intento de recuperación y deseo de que todo quede en un trago pasajero.

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