sábado, 14 de julio de 2018

Fracaso mundialista

Van tres ocasiones consecutivas en las que la Selección Española "se la pega" en un gran evento. Tras la gloriosa etapa del 2008 al 2012, en la que España ganó Eurocopa, Mundial y Eurocopa, no hemos vuelto a campeonar. Una hazaña única la realizada por la Roja de conseguir dos campeonatos continentales seguidos y Mundial entre medio, de un equipo extraordinario que asombró al mundo futbolístico con su glorioso "tiki taka", que marcó estilo y fue el germen de una menera de jugar que de la mano de Luis Aragonés, llevó a España a cotas jamás alcanzadas por nuestro país. Pero aquella época dorada ha muerto. Y prueba de ello son los tres fracasos consecutivos de Brasil 2014, la última Eurocopa y este Mundial de Rusia 2018, en donde no pasamos de la primera fase y octavos de final respectivamente. Queda de manifiesto de desde la salida de Xavi, Xavi Alonso, Puyol, Villa, Casillas y compañía, la Selección se enfrentaba a una obligada renovación que se ha producido a medias, y a la cuasi obligación de continuar con el estilo de juego de toque que tantos éxitos nos ha dado. Pero si bien la savia nueva de futbolistas ha mantenido la calidad del grupo, el estilo de juego ha degenerado de un control absoluto de la pelota, del juego, además de velocidad, intensidad y gol, en un "pachangueo" de pases sin sentido, que desemboca en un tedio, un aburrimiento y un ridículo espantoso, que diría aquel, nulo en ocasiones. El resultado ha sido el que es. Eliminación en octavos ante una anfitriona, Rusia (que, por cierto, sigue la maldición de no ganar al anfitrión en un mundial) que no demostró apenas ser un equipo ramplón y plano. Lo peor de todo y la sensación que nos queda es que hemos vuelto a la España de siempre: la España que siempre cae a las primeras de cambio. Y la rabia de que teníamos una final de un mundial "a huevo", tras tocarnos un lado del cuadro más asequible que nunca. Toca cambio radical, renovación de media plantilla y renovar el estilo de juego, bien replanteándose un cambio de estilo o tratar de volver a la intensidad de antaño conservando nuestra señas de identidad. 

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